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La mirada contemporánea

 

Anna Giordano: Proyecto Venus

                                                                                                                                                                           Alvaro Sánchez

                                                                                                                                                                                        Madrid, 7-11-2013

A la izquierda, la conocida obra de Tiziano Venere di Urbino, de 1538. A la derecha, la mirada sobre esta misma obra de Anna Giordano.

En las numerosas ocasiones en las que he mantenido conversaciones sobre el arte y la experiencia estética con personas ajenas a este mundo, siempre ha habido algo que me ha llamado poderosamente la atención sobre cualquier otra cosa, y ha sido que la inmensa mayoría, si no la totalidad de ellas, han declarado entender mejor las manifestaciones artísticas de hace siglos que las de la actualidad. Y afirman sentirse más identificados intelectualmente con las Meninas de Velázquez que con el Guernica de Picasso. Sin embargo, creo que el espectador contemporáneo de cultura media tiene las claves intelectuales para entender el arte de su propia época, o al menos atisbar sus intenciones.  Mientras que lo tiene bastante más difícil para entender, por ejemplo, el barroco español. Aunque esté convencido de lo contrario.
 
De hecho, lo que he venido afirmando es que quien no haya leído un acta inquisitorial del s. XVII difícilmente puede entender más allá de un soneto aislado de Lope, que, por cierto, fue familiar de la Inquisición. De la misma manera que sin haber estudiado la proporción clásica y su ruptura barroca en pos de la elevación mística, difícilmente se puede entender a El Greco.

A la izquierda, el estudio de Leonardo da Vinci que establece las teóricas proporciones correctas del cuerpo humano masculino, basadas en el ideal griego. A la derecha, obra de Tiziano, con el igualmente conocido claroscuro barroco que enmarca una figura que incumple deliberadamente las proporciones fijadas como ideales de la antigüedad.         

Del juego de luces y sombras que caracteriza el claroscuro barroco ya ni hablo. Hablo, en cambio, de algo que se puede comprobar a simple vista, que son las proporciones y su efecto sobre el espectador de una obra de arte.                                                                                                                                                                                                                                       http://www.annautopiagiordano.it/venus-ita.html

 

El Proyecyo Venus, de la artista italiana Anna Giordano, permite enfocar la cuestión desde otro ángulo, quizá más afortunado. Vamos a intentar aprovecharlo y dejar de lado análisis que requieren conocimientos del pasado. Efectivamente, si yo afirmo que tenemos las claves culturales para entender el presente, pero no para entender el pasado, lo sensato es partir del presente, no del pasado. Partamos, por tanto, de Warhol, no de Velázquez.

 

Anna Giordano, que gusta firmar como AnnaUtopiaGiordano, se incardina en la tradición del arte pop, arte de la vida cotidiana. O, para mejor entendernos, vida cotidiana elevada a la categoría de arte. La obra que mejor representa, hasta el punto de simbolizarla, esta tendencia artística, quizá sea la botella de Coca Cola del estadounidense Andy Warhol. Veamos un par de ejemplos:

Warhol: a la izquierda, Coca Cola 5 bottles, de 1962. A la derecha, Birth of Venus-red, 1967

Estas famosísimas obras del artista considerado como máximo exponente del  pop nos sirven de introducción natural en las inquietudes de Anna Giordano, que ha intentado profundizar en esta línea fundiendo un ideal de clásico de belleza femenina con la utilización de una técnica propia de Photoshop que permite la estilización de la figura, presentándonos una nueva visión más acorde con los cánones contemporáneos de belleza. Visión que, además, choca de manera abrupta con las proporciones de los otros personajes que aparecen en la obra e incluso con el entorno académico y la perspectiva clásica. Es la mirada de la cotidianeidad contemporánea, que transforma incluso eróticamente al personaje. Se trata de adaptarlo a nuestras propias claves intelectuales, particularmente a las estéticas.
 
Vayamos, por tanto, del Nacimiento de Venus de Warhol al de Anna Giordano, pero pasando por el del academicista decimonónico Bouguereau:

A la izquierda,  La Naissance de Vénus, de Bouguereau, de 1879. A la derecha, la mirada sobre esta misma obra de Anna Giordano.

Más acusado es el contraste en la siguiente obra:

A la izquierda, Naissance de Vénus, de Cabanel, de 1863. A la derecha, la estilización de Anna Giordano.

Por el contrario, la diferencia con La Venus del espejo, de Velázquez, es considerablemente más sutil. Lo que nos lleva a preguntarnos por otros elementos de contemporaneidad. Pero ésa es otra historia.

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