Apertura hoy viernes
Guernica, la bestia indomable
Felipe Alarcón
Philippe Durand Encadreur
21 Rue Henri Barbusse. Saint-Étienne, Francia
Del 5 al 19 de mayo
La resurrección del mito
Ese es el escenario rescatado en estas obras del cubano Felipe Alarcón Echenique: el de la resurrección. Un "Guernica" revisitado, resucitado. Un mito renacido a través de la mirada exquisita, única, particular del que, sin dudas, es uno de los creadores más originales de las artes plásticas cubanas en la actualidad.
La confluencia de estéticas es el primer signo: las clásicas imágenes del "Guernica", escapadas de la genialidad adolorida de Picasso ante el horror con el que nuestra "especie superior" castigó (y castiga al mundo), esas pinceladas del dolor y el desastre convertidas en símbolo universal, acoplan a la perfección con la incisiva luminosidad del pincel de Felipe Alarcón Echenique en su titánico intento de recuperar ese grito picassiano, ampliándolo, modernizándolo, complejizándolo con la visualidad ─y un muestrario vivo del dolor─ de estos nuevos tiempos, podría decirse tan convulsos y tenebrosos como aquel 26 de abril de 1937 en el que un ataque conjunto de la aviación alemana e italiana, aliados del bando nacionalista durante la Guerra Civil Española, arrasó con la ciudad vasca Guernica.
No suele, en el mundo de las artes plásticas, hacerse referencia a datos históricos en los análisis sobre las obras artísticas. Lo hago, sin embargo, porque justo ese es uno de los valores agregados a esta serie: es de agradecer que en tiempos en que las nuevas generaciones olvidan mirar al pasado y, ya se ha dicho, quien no siente respeto por la memoria histórica está condenado a repetir los errores (y horrores) de ese pasado, un pintor decida recolocar el impactante mensaje del "Guernica" de Picasso en una nueva dimensión: la de reflexionar sobre esos múltiples puntos de contacto, sociales, históricos, políticos y económicos, que unen la época del horror picassiano reflejado en ese mítico cuadro con el horror de esta época que, también y de un modo muy convincente y lúcido, viene reflejando Felipe Alarcón Echenique en su siempre crítica, analítica y precisa mirada pictórica. Dos pintores, en fin, unidos en el tiempo por un ideal humanísimo común.
Conversación es otra de las palabras que viene a la mente cuando se observa estas obras. Conversación que es, sobre todo, diálogo entre culturas, convivencia cómplice de símbolos cubanos (el pensamiento universal de José Martí en uno de sus más sólidos poemas a la tolerancia, injertándose ─o pareciéndose, semejanza sutil, intertextual─ a símbolos universales: el principito de Saint-Exupéry, mítica historia, esencial representante del humanismo intelectual del siglo XX, por ejemplo), más los guiños también sutiles a marcas humanísticas de la lucha del bien contra el mal (San Jorge y el Dragón, la paloma de la paz, el grito eterno de Munch versionado primero en los gritos picassianos y, ahora, en esas otras ánimas adoloridas de Felipe Alarcón Echenique), y, como si no fueran suficientes voces, las propias señas de distinción de las agudas inmersiones de este artista cubano en el universo del sufrimiento humano en esta era donde, al menos en los discursos, lo más importante es la palabra tolerancia.
Curioso también resulta el entrecruce de las miradas de ambos artistas. Más allá de las coincidencias ideoestéticas, de esa rara deconstrucción del mundo espiritual humano a partir de la deconstrucción del cuerpo, violando todas aquellas perfecciones establecidas en "El hombre de Vitruvio", de Da Vinci, hay muchas señales lanzadas en el fisgoneo que sobre la realidad pintada realizan los clásicos ojos de Picasso y esos ojos siempre dubitativos, inquisidores que vienen apareciendo en la amplísima obra artística de este artista cubano. Miradas ambas cuestionadoras, interrogantes, que apuntan a la responsabilidad que tenemos en ese antro de barbarie que ha sido (y aún es) el mundo que habitamos, como si aquellos gritos lanzados por esos seres deformes (deformados por el horror humano) de Picasso en la antesala de la muerte encontraran el mejor de los ecos en estos otros gritos que desde el hoy más inmediato dejan escapar mediante el pincel de Felipe Alarcón Echenique esas otras criaturas, también deformes (y también deformadas por el horror humano).
En otros espacios me he referido al estilo de este pintor, un sello muy personal que lo convierte en referencia, justamente por la multiplicidad semántica de cada una de sus creaciones, en momentos en que buena parte de las artes plásticas cubanas se concentra más en el impacto del color, en las posibilidades expresivas del tropicalismo nacional como elemento para embellecer, y no tanto (muy pocos lo hacen en verdad) en la meditación sobre problemas que impactan la sociedad cubana y universal. Es, lo he dicho y se demuestra una vez más con esta serie, un pintor que piensa intelectualmente con el pincel, que no se detiene en la visualidad del cuadro y nos obliga a la búsqueda, a la reflexión, a la resolución íntima de problemas esenciales de nuestra cotidianidad unificando en las imágenes trasplantadas al lienzo, a la cartulina, al papel, la experiencia vital del pintor con la experiencia del que observa su obra.
En simples palabras, que la belleza, el colorido, la armoniosa forma de sus trazos, el diálogo permanente con los símbolos creados por la humanidad para expresar su inteligencia como "ser superior", y, esta vez, el contrapunteo profundo y comprometido con el mensaje que dejó al mundo Pablo Picasso en "Guernica" son el escenario perfecto en las hábiles manos de Felipe Alarcón Echenique para la resurrección del mito. Es, sin dudas, el homenaje de un grande del hoy a un grande del ayer, pero además un grito de alerta desde el arte sobre ese horror nuestro de cada día que pervive y hace inhabitable este espacio picassiano que llamamos mundo.
Amir Valle
Imágenes:
Felipe Alarcón, ‘Guernica 113’
Felipe Alarcón, serie ‘Guernica. La bestia indomable’
Felipe Alarcón, serie ‘Guernica. La bestia indomable’
Felipe Alarcón, serie ‘Guernica. La bestia indomable’
Texto e imágenes cortesía de Felipe Alarcón
arte contemporáneo
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