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Malevitch, 2013: centenario de la concepción del Cuadrado negro

Suprematismo y anarquía en negro y blanco

Bruno Paressi

21-11-2013

San Petersburgo, 1913. Estreno de la ópera futurista Victoria sobre el sol, con música de Mihail Matiushin y libreto de Aleksei Krusóny, por el grupo artístico Soyuz Molozdyozhi.

El diseño de vestuario corría a cargo de Kazimir Malévich.

Y es precisamente el vestuario de la citada obra (que, por cierto, fue muy mal recibida por el público) lo que este año conmemora centenario: los primeros diseños del cuadrado negro que caracteriza la corriente pictórica conocida como suprematismo. Esta corriente, que contaba con muy pocos integrantes aparte del propio Malévich, adquiriría sin embargo una importancia artística extraordinaria: la quiebra de la representación racionalista, sustituida por la sensación no objetiva que rechaza la realidad.

Dos son los elementos diseñados por Malévich que incorporan cuadrados negros, si bien uno sólo lo es parcialmente. Por un lado, el vestido del personaje El Sepulturero muestra un claro y deliberado cuadrado negro que apunta a cruz cuando los brazos se pegan al cuerpo, en una tricromía de rojo, blanco y negro. Por otro lado, el telón de fondo para el acto segundo, quinto lugar de la ópera, con un cuadrado dividido diagonalmente en dos partes, una de las cuales es negra, inscrito en otro mayor con el que se relaciona diagonalmente.

Precisamente a este segundo cuadrado se referirá Malevich más adelante como la primera demostración pública suprematista. Por tanto, corresponde en este año 2013 celebrar el centenario del suprematismo.

Boceto del telón de fondo con un cuadrado dividido en dos mitades.

Boceto del vestido de El Sepulturero.

En el Manifiesto suprematista, escrito por Malevich y el poeta Vladimir Maiakovski en 1922, plantean superar la necesidad de la representación y de la imitación de la naturaleza:

“Por suprematismo entiendo la supremacía del sentimiento puro en el arte creativo.” Es desde el inicio del Manifiesto que queda claro que el valor de una obra artística no reside en la objetivación de la realidad sino en el sentimiento que produce y en cómo se expresa este sentimiento. Malevich encuentra en la geometría la manera de poblar no objetivamente el desierto que es una obra sin semejanzas con la realidad. La línea recta primero, pero también y sobre todo, el cuadrado que, precisamente, no existe en la naturaleza, pero que en la obra artística está lleno de no objetividad, es decir, de sentido.

Merced a una sabia utilización de zonas en blanco, las figuras geométricas juegan con un espacio virtualmente ilimitado que pone de manifiesto el predominio de lo sensible de la voluntad humana sobre la representación objetual y racional de la naturaleza. Es posible recodificar el mundo mediante líneas, cuadrados, círculos y cruces.

En 1915 Malévich presenta su famoso Cuadrado negro en la exposición 0.10: Ultima exposición futurista, entre otras obras, y teoriza sobre la nueva representación en el folleto Desde el cubismo al suprematismo en arte, el nuevo realismo en pintura, hacia la absoluta creación.

Desde luego, Malevich era absolutamente consciente de que estas obras tenían una vinculación innegable con la bandera anarquista, que es prácticamente una antibandera, pero igualmente llena de contenido no objetivo. Lo que diferencia al anarquismo del comunismo es, esencialmente, el carácter racionalista, científico y organizado del segundo frente a la primacía de lo individual, lo emotivo y el desorden que caracterizan al primero. Por eso Malevich se sintió enfrentado con el constructivismo, entendiéndolo como una vieja representación que fracasa en su pretendido análisis del mundo.

Cuadrado negro, 1915.

Ahora bien, es sin duda en el Cuadrado blanco sobre fondo blanco la obra de Malevich en la que la abstracción geométrica alcanza su mayor dimensión. Y, desde luego, en la que el juego de los espacios deviene irrealidad plena de contenido.

Cuadrado blanco sobre fondo blanco, 1918.

Cruz negra, 1923.