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‘Mar por medio’, la pintura de Souto entre Europa y América en la galería Montenegro de Vigo

Arturo Souto, ‘El acordeón’, c. 1932
Arturo Souto, ‘Mujeres’, c. 1960-62
Arturo Souto, ‘Entroido’, 1933-34

Arturo Souto (Pontevedra, 1902-Ciudad de México, 1964) fue, sin discusión, el artista gallego más destacado y cosmopolita de su generación, la tan pon-derada de Os Novos, particularmente brillante en los años que precedieron a la Guerra Civil (1936- 1939). Ésta, como le sucedió a otros muchos creadores, cortó su progresión, obligándole a un forzado y doloroso exilio (Cuba, Es-tados Unidos, México, en cuya capital vivió desde el verano de 1942 hasta la primavera de 1962 y desde marzo hasta el 3 de julio de 1964, día en el que falleció) que repercutió de un modo muy directo no sólo en su quehacer profesional, sino también en la proyección de su figura, paulatinamente oscu-recida tanto en Galicia como en España. Iniciativas de alcance y significación muy dispar, entre las que tiene un protagonismo muy especial la exposición antológica que a finales del año 1997 le dedicó, con la colaboración del Museo de Pontevedra, la Fundación Pedro Barrié de la Maza en su sede de A Coruña, han servido para ir recuperando poco a poco su figura y situarla de manera firme en el lugar de privilegio que le corresponde, lo mismo en el panorama artístico de Galicia que en el de España en su conjunto.

Fue Arturo Souto un artista relativamente precoz. Marcado en un principio por el realismo anecdótico que significó a la pintura de su padre, Alfredo Souto Cuero, juez de profesión, irá liberándose poco a poco de esa influencia para introducirse en búsquedas formales que, al igual que aconteció con las de otros artistas coetáneos, muchos, como él, favorecidos por el mecenazgo de Organismos públicos (en su caso, por un lado y en un principio, la Dipu-tación de Pontevedra, que lo pensionó entre 1928 y 1931, y, por otro, el Mi-nisterio de Estado, de quien dependía entonces la gestión de la Academia Española de Bellas Artes ubicada en Roma, donde residió en 1934 y 1935, haciéndolo también durante algunos meses del primer año en Florencia), pudieron viajar y conocer lo que se hacía en otros lugares, sirviéndoles ese contacto con lo foráneo para renovar, desde la tradición y en consonancia con las poéticas novedosas de su tiempo histórico, el Arte gallego.

Fue nuestro artista también una persona firmemente comprometida con las circunstancias de los años en que vivió. Integrado en la Alianza de Intelectuales Antifascistas, desarrolló una intensa actividad, sobre todo como ilustrador, durante la Guerra Civil. Madrid y Valencia, en España, Bruselas y París, más allá de los Pirineos, serán sus lugares de residencia durante la contienda y antes de trasladarse a América en 1939. La Habana y Nueva York fueron sucesivamente sus urbes de referencia en ese Continente (en las dos expondrá sus obras) antes de trasladarse, en junio de 1942, a México D.F. Aquí vivió hasta mayo de 1962, mes en el que embarca con destino a A Coruña, ciudad a la que llega el día 23.

Fue la mexicana la etapa de estancia en una misma ciudad más larga de su vida. Fue también un periodo muy productivo, en el que pintó mucho y expuso con frecuencia, retomando en no pocas ocasiones, apoyándose en su prodigiosa memoria visual, temas – paisajes castellanos y vistas urbanas, sobre todo parisinas, en particular- que había tratado ya antes de la Guerra Civil. Una incorrecta valoración de estas obras propició, durante mucho tiempo, una lectura equivocada de la evolución estilística de nuestro artista. A esclarecerla o enderezarla ayudó de manera decisiva la citada muestra antológica que a finales del año 1997 le consagró la Fundación Pedro Barrié de la Maza.

 

No todo lo que Souto hizo en México, sin embargo, fue producto de la nostalgia. Hay también novedades en su quehacer tanto desde el punto de vista temático (no fue insensible al entorno humano y paisajístico que le rodeaba), como técnico, resultando particularmente interesante a este respecto, a finales de los años cincuenta, su gusto por el color, por la materia pictórica, como elemento compositivo, conformando obras que, si no lo son ya plenamente, nos dejan ya a un paso de la abstracción.

 

En mayo de 1962, tras casi 30 años de ausencia, retornó Souto a Galicia. Esta, a través de la recuperación de temas y tipos de su progenie, había empezado a hacerse visible de nuevo, ya antes de su llegada, en su obra. Se intensificará su presencia, obviamente, durante su estancia aquí y, tal vez no sea casual que, cuando falleció, en la madrugada del 3 de julio de 1964 en su casa mexicana (había retornado a este país poco antes para preparar su regreso definitivo a España), estuviera trabajando en dos cuadros, ambos, sorprendentemente, de tema gallego: una Doble maternidad y un Interior. Aunque ambas obras quedaron sin terminar, se ofrecen en su conformación como un compendio de lo mejor de sus creaciones tanto técnica como compositivamente.

 

                                                           José Carlos Valle Pérez

 

La exposición ‘Arturo Souto. Mar por medio’ se inaugura el jueves 16 de mayo a las 20 horas en la galería Montenegro de Vigo, donde permanecerá hasta el día 16 de julio.

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