Vida social de un material: los textiles de Irene Infantes en One Shot Fortuny de Madrid
Memoria, pérdida y hallazgo
'2.032 km.' es el nexo, el hilo conductor entre el material con el que la obra se ejecuta y la inspiración propia de cada pieza. Ambos aparentemente diferentes pero similares al mismo tiempo por encontrarse sometidos a la infravaloración de una sociedad pragmática, amante de lo efímero. Este proyecto confirma los valores olvidados y el camino que siguen, incrementando el valor de lo imperceptible.
El Merino es una de las razas de oveja más relevantes históricamente y económicamente influyentes, muy apreciada por su lana. La raza se originó en Extremadura y jugó un papel decisivo en el desarrollo económico de la España de los siglos XV y XVI, que tenía el monopolio de su comercio, entonces conocida popularmente como ‘oro blanco’.
En la actualidad en los países del hemisferio Sur, es donde se concentra el mayor número de ovinos de la raza Merina del mundo. Debido a regulaciones de agua y costes, las empresas españolas se ven obligadas a vender la lana merino autóctona sin procesar a un bajísimo coste, a veces más barato que la propia esquila, a países como China o India y éstos vuelven a introducir la misma lana, ya procesada, en el mercado textil español a un coste tres veces más alto. Es una situación injusta que deja sin opción a ganaderos y empresas ovinas, un proceso ilógico que también reduce el control creativo de las empresas españolas sobre uno de sus materiales más consagrados.
Es en ese momento del ciclo de vida de la lana, cuando se pierde la capacidad de posesión sobre el material, dejándolo en manos de terceros, para ser distorsionado lejos de su origen y después recibirlo totalmente cambiado. El mismo material vuelve a su lugar de procedencia, pero sin un ápice de raíz, ya no es autóctono, ya no pertenece a ningún sitio sino a una persona, apartado de su ciclo deja de tener valor para tener precio.
Siguiendo esa idea de modificación absoluta y transformación positiva o negativa según como se mire, este proyecto pretende dar valor a lo infravalorado, a esos pequeños desechos que nos encontramos en nuestro día a día y no prestamos atención, arrojados en el pavimento sin raíz ni destino. Distorsionando el ciclo de vida de los objetos perdidos que se cruzan en mi camino para poseerlos y transformarlos.
A través un proceso fotográfico y una búsqueda delicada de siluetas, estudio las imágenes y objetos para convertirlos en formas abstractas y geométricas, aportándoles significado, valor y visibilidad a gran escala. Mis obras son su bandera de resistencia al olvido, el grito de la memoria, de la raíz, del trayecto. Véase la importancia de un tapón de plástico para la utilidad de una botella. Hay cientos de tapones por los suelos, siendo la parte más importante del producto por otorgar practicidad al recipiente: ¿Cómo llegaron hasta ahí y por qué?¿Cuál es la historia?¿Qué nos cuenta su aspecto de su vida pasada?
2.032 km es la distancia entre los objetos encontrados en las calles de Londres y las ovejas españolas de las que se usa la lana para llevar a cabo el proyecto. Es la reafirmación del vínculo existente no visible entre dos historias paralelas.
Proyecto en colaboración con productores de lana Merino en Extremadura y Cádiz, uso técnicas ancestrales que incluyen serigrafía, técnica originalmente usada en la antigua China, para aplicar color o fieltrado con agujas para crear formas añadiendo textura y solidez. El fieltro tiene mucha importancia en la obra, destacado notablemente en las piezas a propósito, por ser considerado el primer material textil creado por el hombre mucho antes de aprender a tejer o hilar, volviendo a la idea del interés por el origen.
Las piezas experimentales se hacen a base de desechos de lana y están inspiradas en ese primer textil prehistórico, el intento de llevar la lana a su límite más extremo, experimentando con la idea de crear un nuevo material no convencional con la misma materia prima que en la prehistoria, y que al igual que el fieltro no fuese ni hilado ni tejido, pero fabricado con intervención maquinaria. El resultado son piezas semitransparentes solidas pero frágiles y quebradizas, que recuerdan al estado actual del material en nuestro país.
El detalle de las formas geométricas enfatiza el elemento estructural de las siluetas, mientras que la audaz paleta de color acentúa la inspiración detrás de los diseños, las fotografías de esos pequeños tesoros que quedan olvidados en el asfalto de las calles de Londres, reforzando la idea de los valores ocultos de las cosas.
Después de fotografiarlos, mediante la pintura y dibujo disecciono las formas simplificándolas y mezclándolas para hacer de todas ellas una historia común, un mapa de coincidencias y destino, para luego más tarde transformarlos en obras textiles a gran escala.
El objetivo del proyecto es dar visibilidad a un material tan importante y con tantas propiedades como la lana merina, haciendo llegar al público la realidad de lo que ocurre con este material nuestro, algo tan preciado que no se valora como debiese y cada vez más olvidado por esos ganaderos y pastores a los que mantener ovinos ya no les merece la pena. La inspiración de la obra se centra en el trayecto, un ciclo de vida que no acaba, sino que se transforma y renace para cobrar importancia de nuevo, lo perdido se convierte en hallazgo.
El desecho renace, el oro blanco resucita.
Irene Infantes
La muestra ‘2.032 km’ de Irene Infantes puede contemplarse en One Shot Fortuny (Fortuny, 7. Madrid) hasta el 24 de abril de 2019. (Texto e imágenes cortesía de One Shot Hotels)
arte contemporáneo
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